Empiezo con...

«La muerte del padre» de Karl Ove Knausgard

De entre todos los posible libros sonrientes de mi estantería me he decidido por el primer volumen de este interesante proyecto literario (con el peor nombre del mundo: «Mi lucha»).  Y os tengo que confesar que en 2012 me lancé a por él y no pasé de la página 80. No logró interesarme. A pesar de ello he ido guardando en mi estantería cada uno de los cinco volúmenes publicados esperando tiempos mejores. Ayer era el día para volver a empezar: un domingo triste, solitario, soleado, veraniego. Y tengo que confesaros, también, que esta segunda vez me apasionó.

He llegado sólo (y solo) hasta la página 150, y son 499, pero empieza con una reflexión sobre la muerte impresionante, y hasta ahora está contando sus recuerdos de infancia con un padre extraño, irascible y autoritario, una madre amable pero ausente, mezclándolo con el momento en el que está escribiendo, y aunque es verdad que va y viene, que se detiene en detalles que amplía, que a veces parece que no avanza y que lo que nos cuenta no es interesante, está lleno de reflexiones profundas, de sinceridad, de emoción, y sobre todo de verdad.

No sé qué diferencia o qué debería diferenciar estas memorias de una novela de ficción, tal vez precisamente ese tono, esa cadencia, ese ritmo, que se parece mucho a la vida misma. Porque a mi personalmente me da igual saber que lo que me cuenta sucedió de verdad. No me importa si la Bovary existió de verdad, si el coronel Aureliano Buendía recordó o no el día que su padre le llevó a conocer el hielo, o era una ficción. Todo es literatura.

Creo, de todas formas, que deberíais leeros el artículo a la contra que Alberto Olmos publicó en El Confidencial, no solo porque es divertidísimo sino porque puede que tenga razón y Karl Ove esté sobrevalorado. (https://blogs.elconfidencial.com/cultura/mala-fama/2017-06-14/karl-ove-knausgard-tiene-que-llover-escritor-sobrevalorado_1398583/)

Ya os lo contaré…

 

 

Cita

UN POEMA DE IDEA VILARIÑO

Ya no será,
ya no viviremos juntos, no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa, no te tendré de noche
no te besaré al irme, nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.

No llegaré a saber por qué ni cómo, nunca
ni si era de verdad lo que dijiste que era,
ni quién fuiste, ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido vivir juntos,
querernos, esperarnos, estar.

Ya no soy más que yo para siempre y tú
Ya no serás para mí más que tú.
Ya no estás en un día futuro
no sabré dónde vives, con quién
ni si te acuerdas.

No me abrazarás nunca como esa noche, nunca.
No volveré a tocarte. No te veré morir.

IDEA VILARIÑO

 

Me lo descubrió Elsa Veiga y Valeria Correa Fiz me contó que Idea Vilariño se lo escribió a Onetti cuando dejaron de ser amantes y que Onetti, en su lecho de muerte (que en realidad fue su lecho de vida) pidió a su tercera esposa que le leyera este poema.

Tal vez es entonces cuando nos damos cuenta de cuales han sido nuestros grandes errores. Demasiado tarde.

Lecturas

COSAS QUE HE LEÍDO ÚLTIMAMENTE – 2

Os sigo contando lecturas recientes:

La última novela de Juan Carlos Márquéz, «Resort», editada por Salto de Página, cuenta la historia de la desaparición de una niña en un establecimiento hotelero y la investigación que se lleva a cabo para encontrarla por parte de unos policías que, haciéndose pasar por veraneantes, se integran en la vida y el funcionamiento del resort. Los policías tienen que hacerse pasar por parejas reales, comparten habitación y, como si lo que ocurre en uno de estos lugares fuera contagioso, empiezan a comportarse de la misma forma que los turistas.

Pero en realidad no trata de eso, porque ni la investigación ni la desaparición importan. Lo que importa es como Juan Carlos Márquez nos pone un espejo delante para ver cómo nos comportamos, cómo es esta sociedad enferma en la que las parejas no son felices pero siguen viviendo juntas, en la que el deseo a veces no deja sitio para nada más, donde nadie es quien quiere ser. Tiene un sentido del humor muy particular y sus personajes están construidos apenas con tres trazos, pero muy precisos. Tiene un final sorprendente que te deja con ganas de más.

También he leído la maravillosa «Apegos feroces» de Vivian Gornick, que ha editado Sexto Piso. Una mujer pasea por Nueva York con su anciana madre y mientras discute con ella va recordando lo que ha sido su vida, en un barrio judío, la historia de sus padres, los vecinos, el descubrimiento de la vida, de su identidad como mujer.

Es una novela extraordinaria, que habla sobre todo de la mujer, pero que habla también de lo que nos construye, de la influencia que tienen nuestros padres, de la forma de crecer, de independizarnos, de como sobrevivimos a la soledad y al amor, a la pareja, y cómo somos capaces de no devolver todo lo que nos han enseñado y crecemos.

Las conversaciones con la madre son brutales, la diferente forma de ver la vida, de una y otra, y también cómo han cambiado ambas, con el tiempo. Es una novela de descubrimiento, de aprendizaje, que habla de la mujer de una forma muy profunda. Y eso que está escrita en 1986. Un gran descubrimiento.

Sin embargo no me ha gustado mucho «Rendición», la novela de Ray Loriga que ha ganado el Premio Alfaguara. No sé muy bien por qué no me la he creído jamás, no me ha emocionado, no he entendido esa ciudad transparente, donde la intimidad desaparece. A lo mejor es culpa mía.  O no era el momento.

Me quedan por comentar los libros de Virginie Despentes, de Luis Sepúlveda, de Agustín Martínez, de Mariana Enríquez y de Antonio Orejudo.

Y sigo con «La distancia que nos separa». Me descoloca a veces, y a ratos me gusta.

Ya os contaré…

Empiezo con...

«La distancia que nos separa» de Renato Cisneros

Me atrajo de este libro su temática, la relación con el padre, un ajuste de cuentas o, más bien, la búsqueda del padre como forma de encontrarnos a nosotros mismos. No sé si los libros nos eligen a nosotros o si, inconscientemente, buscamos que los libros nos consuelen, nos expliquen, nos remuevan. Hurgar en las heridas, incluso provocarlas, como dijo Cioran. Tal vez por eso he empezado a leerlo ahora, en este momento de mi vida.

«Pueden pasar viente años desde que enterraste a tu padre sin que te preguntes nada específico respecto a los estragos de su ausencia. Pero cuando más familiarizado  crees estar con esa desaparición, cuando más convencido te sientes de haberla superado, un fastidio empieza a carcomerte.»

«La ignorancia es desamparo y el desamparo intemperie: por eso irrita, aturde, da frío. Por eso desentierras. Para saber si conociste a fondo a tu padre o solo lo viste pasar. Para saber cuán inexactos o deformados son los recuerdos esparcidos en la sobremesa de los almuerzos familiares; qué esconden esas repetitivas anécdotas que, contadas como parábolas, grafican muy bien la superficie de una vida, pero nunca revelan su intimidad; qué recortada verdad se oculta detrás de esas fábulas domésticas cuya única finalidad es labrar una mitología de la que ya te aburriste, que ya no te hace falta porque además no te alcanza para responder las calladas, monumentales e inhóspitas preguntas que ahora estrujan tu cerebro.»

«Si consigo entender quién  fue él antes de que yo naciera, quizá podré entender quién soy ahora que está muerto.»

Tiene buena pinta. Ya os contaré.

Lecturas

COSAS QUE HE LEÍDO ÚLTIMAMENTE – 1

Llevo tres semanas sin hacer el programa de radio y durante este tiempo he leído varias cosas que me han gustado.

Tengo que hacer la reseña de «Una sola palabra» de Joaquín Berges, editada por Tusquets, porque he disfrutado muchísimo con ella. De hecho me duraron apenas dos días sus más de cuatrocientas páginas. Deliciosa la historia de una prestigiosa periodista que ha perdido parte de su memoria por un ictus y que trata de recuperar sus recuerdos ayudada por sus amigos y sus familiares. ¿Cómo veríamos nuestra vida si alguien nos la contara? ¿Pensaríamos que nos hemos equivocado? ¿Entenderíamos el porqué de nuestra decisiones? ¿Nos caeríamos bien? Me ha parecido una maravillosa reflexión sobre la identidad, sobre lo que sabemos de nosotros mismos, sobre nuestros errores, sobre cómo la vida nos va transformando, sobre lo importante de la vida. Es una novela amable que se va volviendo más dura según va descubriendo cosas de sí misma y de su pasado la protagonista, que mantiene el tono y la tensión. Creo que es la cuarta novela que me leo de Joaquín Berges que me ha gustado, que me ha parecido interesante por alguna razón. Hay que leer a Joaquín Berges. Si alguien me preguntara ahora mismo por una novela para llevarse en la maleta diría sin dudarlo «Una sola palabra».

Otra novela que me ha gustado es «Estirpe» de Marcello Fois, editada por Hoja de Lata. Voy a leer más cosas de este autor sardo porque me ha parecido impresionante, y eso que me da la impresión (y aquí va una verdad de perogrullo) de que es imposible traducir ciertos aspectos de la forma de hablar en Cerdeña, de ese sardo cerrado lleno de ues, y que debe ser delicioso leerlo en italiano. Es la historia de una familia (una estirpe), llena de dramatismo, de emoción, que cuenta un territorio y una cultura extraordinariamente. Magnífica historia y magnífica forma de contarlo. Y es la primera parte de una trilogía. Habrá que estar atentos.

Además he leído a Virginie Despentes, a Luis Sepúlveda, a Agustín Martínez, a Mariana Enríquez, a Ray Loriga, a Juan Carlos Márquez, a Vivian Gornick y a Antonio Orejudo.

Por cierto, no me ha gustado la novela que comentaba ayer, «Musa» de Jonathan Galassi. Hay un capítulo delirante dedicado a la Feria de Frankfurt, y algunas reflexiones valiosas sobre el mundo literario, pero me ha aburrido. Lo siento.

Os lo seguiré contando…

 

Empiezo con...

«Musa», de Jonathan Galassi

Acabo de empezar a leer «Musa», de Jonathan Galassi @AnagramaEditor.

Hay libros que he ido dejando apartados mientras que hacía el programa de radio porque sabía que no iba a poder entrevistar al autor, porque tenía que leer los libros que entraban en el programa, nada más (y nada menos). Libros de autores extranjeros, sobre todo. Libros que me llamaban cada semana desde el estante, pidiendo su turno, que me sonreían o me insultaban, que me hacían guiños, que murmuran cuando me planto delante de mi biblioteca para elegir uno.

Desde que se acabó el programa, a primeros de julio, tengo muchos libros sonrientes en una estantería, separados de los demás. No tendré tiempo de leérmelos todos antes de septiembre, pero lo intentaré.

«Musa» habla del mundo de la edición. Me da rabia no conocer mucho más a fondo ese mundo, en ese tiempo, porque es un roman à clef  y sé que se me escapan nombres, que disfrutaría mucho más las anécdotas si supiera reconocer a los personajes reales. Es refrescante, con un tono de comedia complicado. El tema me parece apasionante.

El autor dice que es una historia de amor pero que el amor es un terrible sufrimiento y que le damos demasiada importancia. El amor está sobrevalorado. En esta época de mi vida no puedo estar más de acuerdo.

Ya os contaré…

 

 

Reseña

«TIERRA DE CAMPOS» de David Trueba – ed: Anagrama

Tierra de campos‘ cuenta el viaje del protagonista en un coche fúnebre para enterrar a su padre en su pueblo, y a medida que viaja va recordando toda su vida, mezclando el pasado con el presente, jugando con el tiempo y con los recuerdos. Es una novela que te va capturando, que va tejiendo ese cuento cuyo final no es feliz (no destripo nada: es la segunda frase del libro), y que no solo cuenta la historia del narrador, del protagonista, sino que además narra también la historia de este país.

Es una novela llena de música, porque el protagonista es un chico que empieza a experimentar formando un grupo con el que tocar en el colegio y poco a poco va profesionalizándose. Por eso la narración está llena de canciones, de versos, de historias contadas a través de los discos que publican, de las canciones que compone. Y por ello también es una novela llena de referencias culturales para la generación de la transición. Para quien le guste la música es un disfrute de principio a fin porque cuenta muy bien los entresijos del mundo de las discográficas y las grabaciones.

Pero también es una novela llena de magníficos personajes. Como el padre del protagonista, brutal, lleno de matices. Gus, el amigo, un ser complejo, divertido, transgresor, sensible, frágil, es espectacular, pero también lo es Animal y cualquiera de los integrantes del grupo. O el gran amor del protagonista, Oliva, y su mujer, la japonesa Kei, los amigos de la infancia del pueblo, convertidos en alcaldes, y hasta el conductor del coche fúnebre. Personajes entrañables, bien dibujados, profundos, llenos de aristas, complejos.

Y sobre todo, ‘Tierra de campos’ es una novela llena de historias, que avanzan, que construyen, llenas de sentimiento, de emoción, de humor, que recorren la vida de los personajes, como en una novela iniciática, y que van dejando el poso de amargura, de melancolía, de las vidas que perdemos, de los lugares que recorremos y a los que tal vez no volveremos jamás, o que cuando lo hacemos han cambiado.

Es una novela llena también de tristeza, llena de reflexiones sobre el amor, sobre la paternidad, sobre la amistad, sobre las cosas que nos construyen, sobre las que negamos, sobre las que nos destruyen, sobre el paso del tiempo, sobre la percepción que nos da la edad sobre lo que hemos vivido.

Y mantiene ese pulso narrativo de David Trueba, esa forma de contar las cosas desde diferentes ángulos, a través de una estructura de capítulos cortos, con un hilo temporal que va cambiando, y que terminan por mostrar el cuadro completo, la imagen precisa de esa vida, donde, por muy lejos que estemos de su argumento, podremos reconocernos muchos de nosotros.

Una estupenda novela. Una bella historia, magníficamente narrada. A mí no se ocurre mejor manera de pasar el próximo puente que sumergirme en sus cuatrocientas páginas. Me lo agradecerán.

(Publicado en http://blogs.antena3.com/tiempodesilencio/)